La critica de Thurow
Según Thurow, la teoría del capital humano considera valido el supuesto de la economía neoclasica de que el mercado de trabajo se rige por la competencia por el salario. De ahí que esta teoría sostenga que los aumentos de educación de las clases desfavorecidas producirán una tendencia a la igualación de las remuneraciones entre los trabajadores mas cualificados y los de menos cualificación. Thurow rechaza el principio de la competencia salarial para afirmar que el funcionamiento del mercado de trabajo se rige por otro principio, el de la competencia por los puestos de trabajo. El mercado de trabajo lo que hace no es ajustar la demanda a la oferta de cualificaciones, sino posicionar a los individuos en las distintas escalas de preparación. Los años de educación son para el empresario un indicador de la inversión en tiempo y dinero necesarios para el desempeño del puesto de trabajo.
La posición de Thurow sobre la competencia por los puestos de trabajo permite comprender que exista sobreeducacion, ya que los individuos preferirán seguir invirtiendo en educación, no a partir del calculo de las tasas de rendimiento, sino como estrategia defensiva, puesto que es preferible aguardar en la cola de los mejores empleos aunque nada garantice una inserción inmediata en el mercado de trabajo.
La relación entre educación y productividad
Algunos teóricos del capital humano reconocen que las diferencias salariales pueden no ser siempre el reflejo de las diferencias en las productividades marginales. Bowen se refiere a la producción ostentosa cuando algunos empresarios emplean a personal sobrecualificado, pagandoles el salario correspondiente a su cualificación, para el desempeño de determinados empleos, debilitándose de este modo la relación entre salario y productividad marginal.
Parece as lógico pensar que la inexistencia de relación entre los salarios y la productividad del trabajo guarda mayor relación precisamente con el hecho de que los empresarios persigan la maximización de los beneficios y, en consecuencia, no remuneren en función de la productividad del trabajo. Como han señalado Bowles y Gintis el funcionamiento del mercado es el siguiente: el aspirante a empleado acepta poner su fuerza de trabajo a disposición del capitalista a cambio de un salario. El trabajo real proporcionado por el individuo no se determina, en cambio, en la esfera de las relaciones de intercambio. Desde el marxismo, por consiguiente, el salario no es expresión de la productividad del trabajador, sino que viene determinado por la tasa de explotación del trabajador.
Aun así, nada de esto descarta que aun pueda cumplirse la primera parte de la educación de la teoría del capital humano, esto es, que la educación aumenta la productividad laboral, en la forma de otorgar determinadas capacidades o habilidades directamente aplicables en el proceso de trabajo.
La imposibilidad de establecer una relación entre educación y productividad cuestiona el supuesto fuerte de la teoría del capital humano, según el cual el conocimiento adquirido gracias a la educación proporciona la capacitación técnica que hace al trabajador mas productivo y que esta es precisamente la causa de un salario mayor.
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